¡Ah, el PRIAM y el MC! Una combinación que parece sacada de una telenovela de bajo presupuesto, con más giros argumentales que una montaña rusa. Imagínate la escena: un grupo de políticos en una sala oscura, a la luz de una lámpara parpadeante, discutiendo cómo salir de los escándalos que parecen seguirlos como sombras.
En Querétaro, donde el vino y el queso son de alta calidad, pero la política parece estar fermentada en un barril de escándalos. Los ciudadanos se preguntan si sus representantes están más ocupados en hacer campañas o en hacer tratos oscuros. ¿Asesinatos? Claro, porque en la política mexicana siempre hay que llevar la competencia al siguiente nivel. Y no olvidemos los fraudes, que parecen ser el deporte nacional: «¿Quién puede robar más sin que lo atrapen?» es el lema no oficial.
Aguascalientes, conocida por su feria y su tequila, ahora también es famosa por sus escándalos políticos. ¿Quién necesita un buen espectáculo cuando tienes un alcalde que se enfrenta a la justicia? La gente se ríe entre copas y gritos de «¡no hay nada mejor que un buen escándalo para sazonar la política local!».
Guanajuato, con su belleza colonial y su historia rica, ahora se convierte en un escenario donde los políticos parecen haber olvidado el guion. Entre balas y fraudes, los ciudadanos caminan por las calles preguntándose si deben llevar chalecos antibalas o solo su sentido del humor para sobrellevar la situación.
Y luego tenemos Chihuahua, ese estado que parece un microcosmos de todo lo que está mal en la política mexicana. Aquí es donde los escándalos alcanzan su clímax: asesinatos a plena luz del día y fraudes tan evidentes que ni el más torpe de los políticos podría negarlos. Pero claro, ellos lo hacen; es parte del show.
Y no podemos olvidar al alcalde de Apulco, quien ha perdido el fuero como si fuera un sombrero viejo en una tormenta. ¡Qué ironía! El mismo fuero que les da a estos personajes una sensación de invulnerabilidad se desmorona como un castillo de naipes. La gente mira con asombro mientras este drama se desarrolla: «¿No era él el que decía que estaba por encima del bien y del mal?». Ah, la risa es a veces el mejor remedio.
Así que ahí lo tienes: un relato chusco e irónico del derrumbe del PRIAM y el MC. La política mexicana es un circo donde todos parecen tener su acto favorito: unos roban, otros asesinan y todos intentan salir limpios mientras se ríen detrás del telón. ¡Qué espectáculo!