Imagínate a Rocha Moya en una especie de concurso de talentos: “¿Quién puede hacer que la inseguridad se dispare más rápido que un cohete?” Y ahí está él, levantando la mano como si hubiera encontrado la respuesta mágica. Su gobierno ha sido una verdadera obra maestra del caos: asesinatos a la orden del día, levantones como si fueran promociones de supermarket y el narcotráfico haciendo su agosto en pleno enero. ¡Bravo!

En tiempos del viejo PRI o el PAN, ya estaría dando discursos en el rincón de la vergüenza, con una renuncia en mano y una maleta llena de promesas incumplidas. Pero aquí estamos, disfrutando de su espectáculo grotesco donde los únicos que parecen ganar son los criminales. La seguridad es tan escasa que te sientes más seguro en una película de terror que caminando por las calles de Sinaloa.

Y no hablemos del turismo. ¿Quién querría visitar un lugar donde el único tour disponible es “Caminata por la Inseguridad 101”? En lugar de atraer visitantes con playas paradisíacas y deliciosa gastronomía, tenemos un desfile constante de noticias sobre balaceras y desapariciones. ¡Un verdadero imán para los turistas! O tal vez no.

Así es la gestión de Rocha Moya: un auténtico circo donde los payasos son los que están al mando y el público se queda mirando atónito cómo se desmorona el espectáculo. Si esto no es un llamado a la risa sarcástica, no sé qué lo es. Un aplauso para él, por mantener viva la tradición del caos gubernamental. ¡Qué espectáculo! ¿Alguien tiene palomitas?

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